La Verdad sobre las contracturas

“Los músculos no se contracturan, se contraen” Arturo Goicoechea 

Hoy en día uno de los grandes señalados como culpables del dolor muscular  son las contracturas. Siendo una entidad no solo usada coloquialmente, si  no también a nivel clínico por médicos y fisioterapeutas. ¿Pero que sabemos a nivel científico de este fenómeno? 

Para empezar, hablemos de lo que conocemos coloquialmente como contractura. Lo escuchamos normalmente asociado a frases como “Tengo algo dentro del músculo que duele”. “Está rígido”. “Tengo un nudo en la espalda” “Tengo una pelota”. Todas estas creencias confluyen en una  similar: “Tengo algo ahí que hasta que no me lo quiten, no dejará de doler”. 

Siendo fieles a lo que conocemos sobre fisiología y anatomía, podríamos  decir que las contracturas tal y como las conocemos no existen. 

Sí que existen otras entidades denominadas así que nada tienen que ver  con lo que se nos viene a la cabeza al pensar en contracturas, como la contractura de Volkman o de Dupuytren, que son deformidades que provocan la rigidez del tejido conjuntivo. 

¿Y de dónde surge esta creencia? 

Sin meternos a indagar sobre la historia, el razonamiento que hay detrás es  sencillo y no carece de lógica: “El músculo me duele y lo noto tenso y rígido, cuando el músculo se contrae está más tenso, por lo tanto, lo notaré tenso porque está contraído todo el rato, es decir, contracturado” 

Abordemos esto por partes: 

Para empezar, el tejido muscular no tiene capacidad de hacerse nudos ni bolas. De primeras porque no está formado por cuerdas y porque las fibras  musculares no tienen esta capacidad ni tenemos ningún reporte al respecto  (Quintner, J. L. et al 2015). Un hallazgo de este nivel sería digno del premio nobel.

Por otro lado, cuando se ha sometido a diferentes pruebas para evidenciar  este supuesto aumento de la tensión, mediante la elastografía y sondas de  presión, se ha visto que, en sujetos con supuestas contracturas, no encontramos aumentos de la tensión muscular, aunque así fuera percibido  por los sujetos. 

¿Pero qué es realmente esta tensión? 

Podríamos decir que esta tensión sería un aumento desproporcionado del  tono muscular (contracción parcial, pasiva, continua que nos proporciona sostén. Aunque lo que denominamos coloquialmente como contracturas no se altere, sí hay enfermedades del sistema nervioso que producen su  alteración, como la lesión medular que, debido a la pérdida de control  inhibitorio del sistema nervioso central, produce la exacerbación del tono  tan característico de estos pacientes, denominada espasticidad, ante esta  tensión prolongada en acortamiento se pueden llegar a formar puentes de  colágeno, pero este fenómeno no está bien definido aún. 

“Pero yo lo noto tenso, ¿por qué?” 

Aclaración importante: Debemos entender la diferencia entre el estado del tejido y el procesamiento de la información que hacemos sobre la  información que nos manda.  

Para empezar no se observa ningún abultamiento, nudo o pelota en  ninguna prueba de imagen (Quintner, J. L. et al 2015). Por otro lado  tenemos estudios que nos muestran que pese a no existir cambios de rigidez o tensión en el tejido, sí se percibe de esta forma. (Stanton et al  2017). Una teoría que sustenta este fenómeno es que el dolor produce una  reacción de defensa en nuestro sistema nervioso que limita el movimiento  mediante la producción de sensación. 

“Pero cuando me palpa la profesional nota algo”  

Lo que sabemos es que la palpación no es fiable para el diagnóstico, llegando a tener una fiabilidad cercana al 50%, igual que lanzar una moneda a cara o cruz (Rathbone et al 2017). No es un método ni altamente sensible ni específico, y está sujeto a una gran variabilidad intra- e inter- evaluador (Davidson MJ et al 2019). Además esta fiabilidad también está sujeta a nuestros sesgos cognitivos, como el de confirmación, por ejemplo: Si yo creo que tienes una contractura, voy a querer demostrar mi teoría, por  ejemplo, apretando tu zona dolorosa hasta que duele queriendo demostrar  así mi teoría. 

¿Y por qué me duele? 

Sabemos que cuando hay un daño real o potencial en el tejido, ésto puede  llevar a la sensibilización de nociceptores fiii y iv. Ésto se debe a cambios en  el pH, al aumento de sustancias alógenas en el tejido fruto de la inflamación  (como interleucinas, sustancia p, CGRP) lo que reduce el umbral de  excitación de los receptores. Por lo que estímulos de menos intensidad  podrían provocar la evocación del potencial de acción, lo que explica que el  tejido sea más sensible a la palpación. Ésto ha sido verificado al introducir  sustancias algógenas en el tejido, produciendo así esta misma sensación de  dolor y tensión. 

¿Qué debo hacer? 

Lo primero que necesitas es un buen diagnóstico diferencial, ya que otras  entidades podrían producir síntomas similares.  

Por otro lado, nuestra recomendación es que dejes de lado el término  “contractura” en favor del término “dolor muscular”, que es más fiel a lo que ocurre en realidad, y elimina creencias erróneas potencialmente  dañinas como el hecho de tener algo en el tejido que requiere ser removido. 

Tras esto deberemos establecer una hipótesis sobre la causa para abordarla adecuadamente, ya que no se abordará igual un dolor muscular de origen isquémico, que uno por sobrecarga o por traumatismo. En otros artículos  analizaremos las diferentes intervenciones que podemos realizar para  tratar esta entidad, además de la teoría que ha tratado de dar un marco  teórico y biológico (sin demostrar) a las contracturas, el síndrome de dolor  miofascial.

 

Victor Manuel Iniesta

Fisioterapeuta, Entrenador y Dietista

www.atom.bio/vintegral_science/

 

Bibibliografia 

Stanton, T. R., Moseley, G. L., Wong, A. Y., & Kawchuk, G. N. (2017). Feeling stiffness in the back: a  protective perceptual inference in chronic back pain. Scientific Reports, 7(1), 1-12. 

Quintner, J. L., Bove, G. M. & Cohen, M. L. A critical evaluation of the trigger point phenomenon.  Rheumatology 54, 392–399 (2015). 

Rathbone, A. T., Grosman-Rimon, L., & Kumbhare, D. A. (2017). Interrater agreement of manual palpation  for identification of myofascial trigger points. The Clinical journal of pain, 33(8), 715-729. 

Davidson, M. J., Nielsen, P. M., Taberner, A. J., & Kruger, J. A. (2020). Is it time to rethink using digital  palpation for assessment of muscle stiffness?. Neurourology and urodynamics, 39(1), 279-285.

 

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